¿Decidir dónde ir o simplemente andar?

lunes, 20 de octubre de 2008

Rayas y Galones.


Ayer terminé esta pequeña joya de John Boyne, seguramente será el libro que escoja para regalar a mis hermanas el día internacional del libro. Y es que este librito de fácil lectura tiene esa fascinante virtud que también tienen ciertas canciones: te lleva a multitud de reflexiones más allá de él pero sin salir de él.
Es cierto que la acentuación de su contenido se manifiesta sobremanera en el periódo totalitarista, con todo, creo que ese "Esto no podría volver a pasar. Hoy en día no", está mucho más lejos de la realidad de lo que nosotros quisiéramos. Y es que el hombre no puede dejar de ser hombre, y las rayas y los galones permanecen inherentes a esa relación ineludible e insalvable que cada uno de nosotros, en tanto que humanos, establacemos con el poder. Es así que los galones y las rayas existirán por los siglos de los siglos dentro de nuestras familias, de las fábricas y negocios en los que trabajamos, e incluso simplemente en las calles, hasta que el ser humano no vuelva a serlo, o hasta que se produzca el utópico milagro de que éste sea protagonista de una evolución que yo, dentro de mi experiencia vital, no podría imaginar jamás. No solo aquellos alemanes eran capaces de hacer lo que hicieron, porque día a día convivimos con gente con su cerebro orientado desde sus entrañas en la misma dirección, aunque gracias al cielo, castrada por el Estado de Derecho dentro de lo posible.
Es por eso que a veces es mejor rebasar las alambradas que acomodarse en el lado que te da de comer previo pago de tu empatía con el semejante y con uno mismo. Es por esto que tantas veces no se vuelve a saber de algunos también hoy en día en tantos sitios. Por que mientras exista el hombre viveremos en un mundo de rayas y galones. Solo espero poder estar siempre en vuestro lado de la alambrada mientras sueño con su caída.

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